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San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y las asechanzas del demonio. Reprímelo, oh Dios, te lo pedimos humilde- mente, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, armado del poder de Dios, arroja al infierno a Satanás y a todos los espíritus malignos, que vagan por el mundo buscando la ruina y la destrucción de las almas. Amén. Deberíamos hacer de esta una obligación sagrada y con fervor unirnos en esta importante oración, repitiéndola muchas veces cada día. En nuestras oraciones matutinas y vespertinas también invocamos a San Miguel al decir el Confiteor (Yo Pecador o Yo Confieso). Debemos tratar de rezar esto con más devoción y confianza. Mucha gente ni siquiera piensa en lo que está diciendo cuando reza esta oración! Todos tenemos que morir y todos tenemos que estar preparados para los intensos ataques del diablo a esa hora. Por lo tanto, todo cristiano debería asegurarse de contar con la ayuda de San Miguel a la hora de la muerte. Esto lo lograremos si somos devotos del gran Arcángel durante nuestras vidas.
